Por: Jesús Ávila Granados
Heredera de los saberes más profundos y secretos de la espiritualidad oriental, en la lejana Persia, la Iglesia cátara anidó en el corazón de Occidente, representado por el Languedoc. Durante más de dos siglos, sus ministros o «perfectos» impartieron sus enseñanzas, basadas en la libertad individual, el respeto a la mujer, la tolerancia intercultural, la protección a la naturaleza y el sentido del trabajo. Sin embargo, la formación de los perfectos hasta alcanzar dicho escalafón no era sencilla. A continuación, les mostramos algunas de las claves más sugerentes de sus principales ritos de iniciación.
Después de dos siglos de presencia en Occitania, el catarismo fue arrasado ferozmente por iniciativa de la Iglesia, entonces radicada en Avignon, a cuyo frente se encontraba el pontífice Inocencio III, y por los ejércitos del rey Felipe IV de Francia. Quéribus fue la última fortaleza cátara en caer en manos de los cruzados, en 1255. Tras el horror de las masacres y el olor a sangre y el fuego de las hogueras, vino algo todavía peor: la ley impuesta por los inquisidores, basada en un método selectivo, que traería consigo el exterminio de pueblos y aldeas enteros. A comienzos del siglo XIV, con la muerte en la hoguera de Guillaume Bélibaste, último perfecto del catarismo occitano, el balance final superó el millón de asesinatos. ¿Pero, por qué tanta crueldad? Para acercarnos a este holocausto, vamos a acceder a los entresijos del pensamiento del catarismo y los fundamentes de su religión. Sigue leyendo