La noche del 19 de agosto de 1975, se trasladó con el equipo de grabación sobre las doce de la noche aproximadamente, a las viejas ruinas del castillo de Olérdola, castillo situado en lo alto de una pequeña montaña, entre las ciudades de Vilafranca del Penedés y Vilanova i la Geltrú. Cuando llegó a lo alto de la pequeña colina, donde se asientan las ruinas , la soledad era absoluta. Elegiendo un lugar apropiado dispuso los aparatos de grabación. Tras cerciorarse de que no había nadie que pudiera interrumpirle, accionó los aparatos.Sobre estos hechos Sinesio Darnell comenta:
“Tres minutos permanecí en la más perfecta inmovilidad y silencio, atento a si llegaba algún ruido que luego pudiera confundirme. Translcurrido el tiempo indicado pasé a la escucha. Me pareció escuchar algún murmullo, pero el estrepitoso canto de los abundantes grillos se sobreponía a la débil grabación. Me arrepentí de haber dejado en Barcelona la caja de insonorización. Un tanto desanimado encendí mi pipa, y deambulé durante un rato por entre las históricas piedras, deleitándome con la magnífica panorámica de Vilafranca del Penedés iluminada a lo lejos, así como de otros pueblecitos. En un momento determinado, ignorando la causa, el canto de los grillos decreció hasta llegar a enmudecer, sorprendido aproveché aquella circunstancia para volver a intentar una nueva grabación. Ensayé repetidamente una, dos… tres… veces y nada, pero a la cuarta tentativa quedó grabada una sola palabra: VETE; era una voz de hombre, autoritaria y enérgica, que no había quedado registrada ninguna otra vez. Repetí las grabaciones dos veces más, y curiosamente y en contra de lo habitual, la misma voz y con el mismo tono autoritario, repitió su orden. Mentiría si negara que quedé un tanto impresionado, pues, por lo general, no son tan insistentes con un mismo vocablo y con el tono tan autoritario. Durante unos minutos quedé pensativo, intentando razonar aquella inclusión que, por otro lado, no tenía ninguna relación ton las preguntas que mentalmente había formulado. Terminé de fumar mi pipa mientras daba vueltas al asunto, y como sea que comenzaba a chispear recogí los aparatos, y una vez ,en el coche inicié el descenso hacia la carretera general.No habría recorrido doscientos metros, cuando lo que había comenzado como una ligerísima lluvia, repentinamente se transformó en un verdadero torrente, acompañado de un espectacular aparato eléctrico. Un fuerte viento se desencadenó hasta el punto en que me costaba mantener el coche, dentro de la calzada de la estrecha carretera. Con muchísimo cuidado, y no sin grandes precauciones, pude llegar a Vilanova. Muchas calles estaban cubiertas por más de un palmo de agua. A la mañana siguiente, al comentar con los vecinos la tormenta de la noche, me enteré de que la carretera por la que yo había regresado de Olérdola, había quedado cortada por las aguas, mientras que árboles y postes arrancados por el viento habían caído sobre ella haciéndola intransitable por completo”.(sic)
Un dia le llamó un antiguo alumno para pedirle que le ayudara a repasar unas materias de ciencias. Él, en aquellos momentos, hacía una suplencia en un centro oficial de enseñanza, y se habían convocado oposiciones para pasar a nómina. Las oposiciones debían celebrarse en un plazo de algunos meses, y seguramente serían reñidas, ya que para un número muy limitado de plazas se presentaban varios miles de opositores. El caso es que planificaron unas lecciones de repaso sobre las materias de física y química, sobre las que habían unos sesenta temas, aparte de lo tocante a letras que no entraba dentro de las posibilidades pedagógicas del profesor. Fue aproximándose la fecha límitel sin haberse esmerado el alumno en el estudio y a pocas fechas de los ejercicios, el insistió en preguntar psicofónicamente, si tenía posibilidades de salir con éxito. En un principio Darnell se negó en rotundo a tal experiencia, pero tanta fue su pesadez que por verdadero cansancio cedió a la petición. Un día al salir de clase, en la población de San Cugat del Valles y junto al monasterio de la ciudad, se efectuó la experiencia, en la que personalmente el alumno preguntó:
—¿Tengo posibilidades de ganar una plaza, debo presentarme a las oposiciones?
La contestación no se hizo esperar, una voz de mujer susurrante le contestó:
—Sí, claro, hazlo.
La sopresa no tuvo límites, cómo era posible que le contestaran afirmativamente, sí no había estudiado ni poco ni mucho. Pensó el profesor que todo era una pesada broma. Por contentarle le dejó que formulara una nueva pregunta, y ésta fue:
—¿Podré quedarme ejerciendo en el centro en que ahora estoy…?
Si anteriormente grande fue la sorpresa, más lo fue en esta ocasión cuando la misma voz anterior le contestó:
—Sí…, claro.
Comenzaron las oposiciones, y los primeros ejercicios fueron de las materias en las cuales el profesor había procurado darle unas clases. De los sesenta temas que podían salir por sorteo en el ejercicio, dos los sabía bien, y otros tres a medias tintas. Cantaron los números de los tres temas que habían salido por sorteo. Dos eran los únicos que el alumno dominaba, y el tercero era uno de los medianamente preparados. Resultado: la primera prueba la sacó bastante brillantemente. Con referencia a las otras materias, que también estaban terriblemente mal preparadas, unas porque pudo copiar…, otras porque según sus palabras le inspiraban, y otras por lo que fuera , el alumno ganó las oposiciones.
Pero aquí no acabó lo asombroso del caso. Durante un mes se volvió a tener noticias del alumno, pero un día fue a visitar a Sinesio Darnell a su domicilio loco de alegría para explicarle, que uno de los compañeros de trabajo, y debido a un problema familiar, había pedido que lo trasladaran a Zaragoza, y que el director del centro, le había propuesto a él para que se quedara en lugar del trasladado. Insistió que quería hacer una nueva psicofonía dando las gracias, ya que él estaba seguro, de que recibió ayuda desde ese otro PLANO. Como realmente no costaba un gran esfuerzo contentarle, y en realidad también picado por la curiosidad, aquella misma tarde se desplazaron a San Cugat, al mismo lugar donde habian realizado las primeras psicofonías. El muchacho visiblemente emocionado y convencido de la ayuda recibida, grabó una cinta dando las gracias. Limpiamente, sin la menor duda y perfectamente audible, la misma voz que le había precognizado el éxito en las oposiciones, contestó: YO CUMPLÍ.
Un dia a principios de primavera Sinesio Darnell preparó su equipo móvil y se fue al Pirineo , así durante dos o tres días poder realizar una larga serie de preguntas psicofónicas con objeto de cumplimentar un nuevo test. El pueblecito, en su época de esplendor, alcanzó sobre los 190 habitantes. En la actualidad, no deben pasar de una veintena. Está situado a 1.160 m de altura, en plena montaña sobre el Noguera Pallaresa. Conduce a este minúsculo pueblo, una tortuosa pista forestal de gran desnivel y que encierra su peligro. Había elegido este pueblecito, quizá por un sentimiento de nostalgia, ya que en su juventud pasó unos meses en el mismo, y del que conservaba gratos recuerdos.
Unos cinco días antes de la marcha, realizando unas pruebas con un magnetofón recién adquirido, pruebas no psicofónicas, limitados a los clásicos ensayos para observar si hacía ruido de fondo, la calidad de la grabación, etc., osea ,al clásico: un… dos… tres, grabando, un… dos… tres… Pues bien, entre los espacios dejados entre las frases de ensayo, repentinamente se pudo oír a la que el profesor denominó “voz acompañante” diciendo: NO DEBES IR. Ante esta no buscada psicofonía, reaccionó inmediatamente intentando aclarar su advertencia. Disponiendo la cámara de insonorización y, sosegando, le preguntó con insistencia adonde no debía ir. La contestación apareció en la quinta llamada, siendo contundente: A ESTAC. Durante los días siguientes insistió muchísimo para que me aclararan el por qué no debía ir. El resultado de la insistencia fue nulo, y no obtuvo ninguna aclaración, pero sí un nuevo NO DEBES IR.
El tiempo en aquellos días se estropeó un tanto, y ello sirvió para autodisculparse y justificar el retraso del viaje a Estac.Así que me terminó quedándose en Barcelona . El día que más o menos correspondía a su supuesta vuelta de Estac, un domingo, retornando de las Planas de Vallvidrera a Barcelona al visitar a un buen amigo suyo, justo cuando ya enfilaba la calle Anglí, calle de fuerte pendiente. Sin ninguna necesidad ya que la calle se encontraba despejada, pero obedeciendo a un reflejo instintivo, pisó suavemente el freno… el pedal hizo todo su recorrido, sin que el coche disminuyera su marcha, repitió la misma operación y… nada, ¡se había quedado sin frenos!,comenzó a reducir velocidades y acercando el coche al bordillo, hasta que éste se detuvo poco antes de cruzar el paseo de la Bonanova. En aquel momento le vinieron a la mente aquellas palabras de: NO DEBES IR.
Realizando un viaje a Zarauz, y hospedado en un hotel le llamó la atención una pareja de jóvenes a los cuales creía reconocer. En su habitación, preguntó en una grabación si los conocía, y la contestación fue un rotundo NO. Posteriormente preguntó que quienes eran, y la contestación fue: EZKONBARRI…, palabra que no llegó a comprender. Por su fonética dedujo que era vasco y preguntó a un lugareño su significado, diciéndole que significaba RECIÉN CASADOS.
En una ermita situada en Andorra la cual estaba prácticamente en ruinas se grabaron las letanías del Santo Rosario. Meses después, otro grupo consiguió la misma inclusión, con un trasfondo de canto gregoriano.
Cierto día, Sinesio Darnell fue a visitar a un amigo suyo, en un pueblo alejado de Barcelona. Decidieron ir a realizar una psicofonía a una ermita que se encontraba alejada del pueblo y que al lado había una pequeña casa que en su día fue la residencia del párroco. Realizaron la primera psicofonía y el resultado fue positivo. Una voz de mujer decía: “Otra tienda…” La contestación no dejaba de ser imprecisa, ya que no tenía relación alguna ni con el lugar ni con el contexto, a pesar de que la experiencia se realizara a micrófono abierto, es decir, sin formular ningún tipo de pregunta.Al llegar a casa lo comentaron con la esposa de su amigo, quien les informó que la casa del párroco se utilizaba como almacén de bebidas para los pueblos de los alrededores.
Tenía Sinesio Darnell una perra muy sensitiva llamada Kazan, que acostumbraba a ponerse a los pies del profesor mientras investigaba.Se dio cuenta que de vez en cuando, mientras intentaba registrar alguna psicofonía, levantaba las orejas, erizaba el lomo y en ocasiones ladraba, dirigiendo su mirada hacia un lugar determinado.Para comprobar si existía alguna relación entre el comportamiento del animal y las psicofonías, tomó la determinación de instalar un cronómetro que se ponía en marcha a la par que el grabador, observando que justo en el momento en que entraba la inclusión en la cinta era cuando la perra reaccionaba, de tal forma que pudo comprobar cómo el animal también percibía la entrada de la psicofonía.