Marilyn Rossner, doctora en Educación Especial, máster en Psicoterapia y médium.
Fue directora de educación especial en el departamento de psiquiatría del hospital de Niños de Montreal, disciplina que imparte en la Universidad Vanier. Dirige con su marido, sacerdote anglicano, el Instituto International de Ciencias Humanas Integrales, donde lleva 36 años organizando con el apoyo de la ONU (departamento de información pública) congresos sobre la evolución de la conciencia que reúnen a científicos y místicos. Cada año acude a África, donde colabora con oenegés que se ocupan de niños con minusvalías. Se la conoce por sus dotes de videncia y comunicación con los espíritus. Este fin de semana imparte unas jornadas sobre vida después de la vida en el hotel ABBA Sevilla.
La gente debe saber que lo que más teme, la muerte, no existe, sólo es un cambio.
Eso es una cuestión de fe.
No para mí. Vivimos en un universo multidimensional. Hay diferentes planos de existencia con los que convivimos y yo puedo verlos.
¿Espíritus?
Sí. Nosotros somos espíritus encarnados, y cuando morimos perdemos el cuerpo, volvemos a lo que somos: energías más sutiles.
¿Hay aquí espíritus con nosotras?
Sí, siempre hay, de la misma manera que si se asoma a la ventana siempre verá a alguien. No es que los llamemos y hagamos que vengan, es que ya están aquí.
¿Desde cuándo lo sabe?
Pertenezco a una familia judía que fue exterminada en los campos nazis. Mis padres, pobres y analfabetos, jamás me hablaron de ello, pero un día, a mis seis años, mientras comíamos, empecé a describir a todos los parientes muertos que estaban allí con nosotros y que sólo yo podía ver.
¿Qué hicieron sus padres?
Me llevaron a un rabino: «Cuidadla bien -les dijo-, tiene un don». A los 14 años tuve la visión de que una amiga moriría en una fecha concreta y se lo dije a mucha gente. Al cumplirse la profecía empezaron a tenerme miedo, fue entonces cuando me di cuenta de que no todo el mundo veía a los espíritus.
¿Sólo los escogidos pueden verlos?
Todos podemos percibirlos, especialmente de niños, cuando no tenemos prejuicios al respecto y cuando el miedo, no tanto a ellos como al qué dirán, no bloquea la comunicación.
Hábleme de ellos.
Venimos a la Tierra con guías espirituales que están con nosotros toda la vida, nos ayudan a comprender, a evolucionar. Y cuando morimos nos ayudan a abandonar el cuerpo y entrar en el mundo espiritual.
…
Pero antes de marcharnos permanecemos un tiempo en la Tierra porque queremos hacer saber a los seres queridos que estamos vivos. Y normalmente todos nos quedamos a ver nuestro funeral.
El último acto.
Es entonces cuando las personas sensibles perciben acontecimientos especiales que tienen que ver con esa persona fallecida: aquella canción, una voz en el oído, un sueño, pasos, ruidos, golpes, inspiraciones…
Todos solemos tener historias que contar al respecto.
Así es, pero las evitamos. En lugar de eso podemos aceptar que todos somos espíritus y que cuando muramos seguiremos siendo espíritus. Podemos aprender a experimentar el mundo espiritual y a sentir su influencia. ¿De dónde cree que vienen las intuiciones o las ideas revolucionarias?
De la experiencia personal o de captar y procesar la experiencia colectiva. Sigue leyendo