Ruta TITANIC: Nueva visita guíada de excepción.

 

reservas@musealia.net 13 Febrero 2013, 17.00 h.

Titanic en Sevilla

El periodista José Manuel García Bautista, quien actualmente trabaja en 20 Televisión y Canal Sur, además de ser autor de varios libros –uno de ello sobre el Titanic-, colaborará junto con la exposición TITANIC para ofrecer una exclusiva vista guiada.

José Manuel es un hombre con profundos conocimientos del tema, y el guía ideal para haceros vivir una experiencia más personal, donde os irá contando poco a poco, paso a paso, detalladamente la historia del Titanic, de los objetos de la muestra y de su tragedia. El visitante vivirá una experiencia única, envolvente, activa y participativa.

Un viaje por el Titanic más allá de los sueños…

Fecha: 13 Febrero de 2013.
Hora: 17:00 h.
Lugar: Pabellón de la Navegación (Camino de los descubrimientos, nº2)
Precio: 6€ por persona, pago en taquilla.

Si estás interesado, envíanos tu nombre, apellidos y DNI a reservas@musealia.net

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La futurista estación de la Antártida que «camina» sobre el hielo ARQUITECTURA.

Miguel Ángel Méndez

Los científicos que trabajan en la Antártida se enfrentan siempre al mismo problema: las placas de hielo se mueven unos 400 metros cada año en dirección hacia el mar. Además, la nieve y el hielo entierran poco a poco cualquier estructura construída sobre el continente helado. Todo esto hace que las estaciones científicas y edificios allí no duren más de 10 años. ¿Cómo solucionar el problema? Un firma británica de arquitectos ha diseñado una base científica futurista con unos pies hidraúlicos sobre esquís, capaces de elevarse a medida que sube el nivel de hielo y de desplazarse según se mueven las placas. No es un concepto, es real, se llama Halley VI y estará plenamente operativa a partir del próximo 5 de febrero.  Sigue leyendo

China. Descubren un palacio dentro de la tumba de guerreros de terracota.

Noticias de empresa / noticiasdeempresa.com

China. Descubren un palacio dentro de la tumba de guerreros de terracota. Arqueólogos chinos han comunicado haber descubierto restos de un enorme palacio imperial en el mausoleo de Qin Shi Huang, el primer emperador de una China unida que vivió en el siglo III a.C.

Sun Weigang, investigador asociado del Instituto Provincial de Arqueología de Shaanxi, señaló que este palacio podría haber medido 690 metros de largo y 250 metros de ancho, ocupando un espacio de más de 170.000 metros cuadrados.

De este modo, se convierte en el mayor complejo descubierto hasta ahora en el mausoleo de Qin Shi Huang, mundialmente conocido por sus miles de guerreros de terracota. Según Sun, el palacio podría haber estado formado por 18 bloques con uno principal por encima de todos ellos.

Los investigadores creen que esta estructura muestra los deseos del primer emperador de continuar viviendo en el esplendor imperial incluso después de la muerte, en su ‘otra vida’.

El complejo funerario de Qin Shi Huang, cuya superficie, de 56 kilómetros cuadrados, lo convierte en el mausoleo subterráneo más grande del mundo, es famoso por sus soldados de terracota descubiertos en las fosas funerarias en 1974.

Cinco anécdotas del infierno helado en la batalla de Stalingrado.

 

ABC.ES / MADRID

A los 70 años del final de la batalla, recordamos relatos del sufrimiento de los contendientes rusos y alemanes en la batalla.

1.La línea de piojos.

Pulse para ver el video
ABC
Una enfermera traslada a un soldado herido

Según relata Antony Beevor en su impresionante «Stalingrado» (ed. Crítica) cuando un soldado moría acurrucado por el frío, sobre todo en los últimos momentos de la resistencia alemana y en los improvisados hospitales donde los dedos congelados se quedaban prendidos de las vendas, sus compañeros lo sabían por un hecho singular. Nadie se movía, pero en el instante en el que el corazón del soldado dejaba de latir, una procesión de piojos salía por sus mangas y las perneras del pantalón en busca de algún compañero al que aún pudieran parasitar. La crueldad de la imagen puede parecer un contrapeso inhumano al hecho de que los alemanes dejaron morir de hambre y frío a numerosos prisioneros encerrados en cercas de alambre de espino.

2.Los muertos ya no tienen interés. Sigue leyendo

Alí Agca asegura que «Jomeini ordenó la muerte de Juan Pablo II».

EFE / MADRID

El portavoz Federico Lombardi desmiente la nueva versión del terrorista turco

El Vaticano ha desmentido que el terrorista turco Ali Agca, que disparó en 1981 contra Juan Pablo II, informara personalmente al fallecido Pontífice de que el inductor del atentado era el ayatolá iraní Jomeini y negó también que la Santa Sede considere «posible» una pista islámica.

Con estos desmentidos, el portavoz vaticano, Federico Lombardi, ha salido al paso de lo manifestado por Agca en su libro biografía»Me prometieron el paraíso. Mi vida y la verdad sobre el atentado al Papa», que acaba de salir en las librerías italianas. Sigue leyendo

Los guanches orientaban sus lugares de culto hacia los astros.

EFE

Guanches

Por Ana Santana

En Canarias los aborígenes relacionaban la salida y el ocaso del Sol, la Luna y algunos planetas y estrellas con elementos del paisaje de las islas y con su perfil orográfico sobre el océano.

Por este motivo, orientaron y alinearon astronómicamente algunos yacimientos arqueológicospara establecer calendarios, organizar las actividades productoras de alimentos, las prácticas sociales y sus creencias.

Así lo indica el conservador del Museo Arqueológico de Tenerife, José Juan Jiménez, en una entrevista a Efe, con motivo de la conferencia que tiene previsto impartir hoy en el Museo de la Naturaleza y el Hombre de la capital tinerfeña con el título Entre la Tierra y el Cielo_ Etnoastronomía y Arqueotopografía. Sigue leyendo

Nuevo golpe a la astronáutica rusa: un cohete se estrella en el Pacífico.

  • Europa Press

Zenit-3SL

El cohete ruso-ucraniano Zenit-3SL que transportaba al espacio al satélite de telecomunicaciones Intelstat-27 se ha precipitado este viernes en el océano Pacífico.

El suceso tuvo lugar poco después de despegar a causa de un problema en el motor, según ha informado la agencia de noticias estatal Itar-Tass.

Intelstat-27 iba a proporcionar información para medios de comunicación, el Gobierno y otros clientes tanto de América como de Europa.

Esta información proviene de la página web del mayor proveedor de servicios de comunicaciones por satélite del mundo, Intelstat.

Este fallo supone un nuevo revés para el programa espacial ruso, que ha tenido que abortar numerosos lanzamientos y no ha conseguido sacar adelante numerosas misiones para el estudio de la luna de Marte, Phobos.

Rusia ha incrementado el gasto espacial y tiene previsto enviar en 2015 una sonda a la luna para conmemorar finalmente el 50 aniversario del primer vuelo de un hombre al espacio, de Yuri Gagarín, tras varios intentos fallidos desde 2011.

El bando republicano usó sangre de muertos para salvar a los vivos en la Guerra Civil.

Norman Bethune realiza una transfusión a un herido durante la Guerra Civil

Norman Bethune realiza una transfusión a un herido durante la Guerra Civil / Library and Archives Canada

El 14 de enero de 1938, un fuerte bombardeo barrió el pueblo de Cuevas, cerca de Teruel. Un poeta de Nueva Orleans metido a conductor de ambulancia llamado James Neugass condujo entre los escombros hasta el pequeño hospital de la localidad. En el patio encontró a cuatro oficiales de caballería muertos que yacían en camillas mientras un hombre alto y delgado se acuclillaba junto a uno ellos.

“¿Qué demonios estás haciendo, Saxton?”, preguntó Neugass, que conocía a aquel doctor británico afiliado al partido comunista del Reino Unido  llamado Reginald Saxton. El año anterior, la Sanidad Militar de la República había encargado a Saxton la creación de un hospital a medio camino entre Madrid y Valencia para atender a los heridos del frente. Desde entonces, toda su obsesión fue reunir sangre de donantes para abastacer al enorme número de pacientes que recibía su centro.

Aquella mañana de invierno, Saxton tardó en responder a la pregunta de Neugass. Este se acercó y, mirando por encima del hombro de Saxton, vio una gran jeringa llenándose de sangre. “Luces púrpura oscurecían la barra de rubí”, escribió el poeta en su diario. Después Saxton se levantó y contestó: “Es una nueva técnica soviética”.

“Su mala suerte ha sido nuestra buena suerte”

Meses antes, las vidas de un puñado de médicos y científicos extranjeros se habían cruzado en España de forma decisiva. Entre ellos estaba el canadiense Norman Bethune, a quien el dictador Mao Tse Tung dedicaría un libro que fue lectura obligada en China. También estaba Herman Muller, un desengañado del comunismo de Stalin que ganaría el Nobel de Medicina por dilucidar los efectos nocivos de la radiación. Ambos habían llegado a España para colaborar con el Gobierno de la República aplicando sus conocimientos al tratamiento de los heridos, especialmente a través del uso pionero de la transfusión de sangre. Más de 70 años después, cuando todos los protagonistas de esta historia han  muerto, nuevos documentos apuntan a que aquellos hombres investigaron una técnica tan novedosa como desesperada para salvar vidas: el uso de sangre de cadáveres en transfusiones a vivos.

Investigación de guerra

Mucho se ha hablado de que España fue un campo de pruebas durante la Guerra Civil. En este país se ensayó armamento fabricado en Alemania y en la Unión Soviética y tambien se comprobaron los efectos de los primeros bombardeos indiscriminados sobre la población civil.

La medicina fue otro campo de pruebas menos explorado, aunque sus resultados salvaran miles de vidas en lugar de aniquilarlas. Si hubo un médico extranjero que encarne esta realidad es Norman Bethune, un convencido comunista nacido en Ontario que se había especializado en cirugía torácica con la voluntad de aliviar al mundo de la carga de la tuberculosis. En contra de sus planes, Bethune acabó en España, donde salvó “cientos o miles de vidas” gracias a sus nuevas técnicas de transfusión de sangre. Así lo explica David Lethbridge, profesor del Departamento de Psicología del Okanagan College (Canadá), en un reciente artículo publicado en el Boletín Canadiense de Historia Médica.

Basado en el testimonio de Neugass, cuyos diarios han sido publicados recientemente, y las notas del cuaderno de Muller, el premio Nobel, Lethbridge asegura que Bethune y su equipo estudiaron durante meses el uso de sangre de cadáveres para trasfundir a heridos y que este se puso después en práctica gracias a Saxton, el hombre que extraía sangre de los oficiales muertos aquel 14 de enero de 1938.

“Rara vez tenemos una ocasión así”, dijo Saxton aquella mañana, según el testimonio de Neugass. El médico explicó que los militares habían muerto asfixiados en una trinchera al caerles encima un montón de escombros. Sus “camaradas” les habían desenterrado y llevado al hospital ya muertos, pero “aún calientes”. “Su mala suerte”, dijo Saxton, “ha sido nuestra buena suerte. Se nos acaban las donaciones y el camión de transfusiones está ocupado”, explicó el militar.

Norman Bethune posa junto al camión de transfusiones de campaña que puso en marcha durante la guerra.

Norman Bethune posa junto al camión de transfusiones de campaña que puso en marcha durante la guerra. / L.A.C.

El camión de transfusiones era la joya de la corona de la Sanidad Militar Republicana. Era una unidad móvil,  equipada con neveras, que transportaba litros de sangre hasta el frente. Su creador, Norman Bethune, la había ideado para llevar, por primera vez en la historia, la sangre a los heridos, y no al revés.

El corazón del sistema creado por Bethune era el Instituto de Transfusión Hispano-Canadiense. El edificio, en el número 36 de la calle de Príncipe de Vergara de Madrid, fue uno de los primeros bancos de sangre creados en España y también en el mundo. Las técnicas de transfusión que hoy se dan por hechas estaban aún en pañales en 1937. Bethune ideó y estableció el sistema de donaciones civiles para abastecer el frente. También perfeccionó las técnicas para mantener la sangre en buenas condiciones durante semanas y creó las unidades móviles con las que hizo historia. Bethune y su unidad fueron responsables de casi el 80% de todas las extracciones hechas durante la guerra, señala el estudio de Lethbridge.

“Los hombres mueren pero la sangre sigue luchando en otras venas”

El Instituto de Bethune no solo era una unidad de intervención directa en tiempos de guerra sino también un centro de investigación en el que se intentaban “resolver los muchos misterios de la sangre, su naturaleza celular, las causas de su deterioro y las técnicas para preservarla”, explica Lethbridge. “Tenemos una idea que permitirá mantener la sangre durante mucho más tiempo del que se creía”, le explicó Bethune a un periodista en febrero de 1937. “Puede que averigüemos cosas muy interesantes”, añadió.

Poco después llegó al Instituto Herman Muller, un genetista estadouniense que había pasado años investigando los daños genéticos de la radiación en la Unión Soviética. Había abandonado el país asqueado por la represión estalinista y su ciencia oficial contraria a la teoría de la evolución. La URSS era entonces pionera de los bancos de sangre (creó  el primero del mundo en 1926). En menos de una década el sistema se perfeccionó con dos grandes centros en Moscú y Leningrado cuya organización a base de donaciones civiles sorprendieron al mundo durante el Primer Congreso Internacional de Transfusión Sanguínea, que se celebró en Roma en 1935, cuenta Lethbridge. Ningún otro país asistente tenía algo parecido.

Sangre de cadáver

Un año después, el médico ruso Serguei Yudin publicó un estudio rompedor en el que demostró en más de 900 casos que la sangre de los muertos podía ser transfundida con éxito a los vivos. La sangre podía conservarse durante semanas en una nevera y había permitido a Yudin pasar de una situación de escasez de sangre en su clínica a abastecer a otros centros sanitarios. La “nueva técnica soviética”, como la llamó después Saxton, fue publicada en detalle en The Lancet en 1936.

«Es obligación de la República Española organizar un abastecimiento de sangre de cadáver a gran escala»


REGINALD SAXTON
Médico británico de las Brigadas Internacionales

Un puñado de hojas manuscritas por Muller durante su estancia en la unidad de Bethune demuestran ahora que el investigador intentó llevar la técnica de Yudin al mismo frente para salvar vidas. En aquellas notas, conservadas en la Biblioteca Lilly de la Universidad de Indiana, Muller habla de sus investigaciones extrayendo sangre de cadáveres y estudiando sus propiedades. También hay notas sobre el instrumental necesario para extraer la sangre de los caídos. En una ocasión, confiesa que comentó con Bethune y con su compañero, el doctor Grande Covián, su idea de inyectarse la sangre de un muerto, relata Lethbridge. La idea nunca se puso en práctica porque el fluido se coaguló antes de tiempo.

En abril de 1937 Muller se marcha de España y sus investigaciones quedan aparentemente suspendidas. Nunca fueron publicadas, lo que impide detallar si llegaron a transfundir esa sangre a vivos. “Nuestro material es incompleto en el mejor de los casos y mucho de lo sucedido es aún oscuro”, reconoce Lethbridge.

Llamamiento al Gobierno

Muller acabó aceptando un puesto en la Universidad de Indiana en 1945. Un año después ganó el Nobel trabajando en un campo totalmente diferente al de las transfusiones, en concreto, los daños de la radiación en la salud humana muy poco después de que EEUU lanzase las bomba atómicas de Hiroshima y Nagasaki. Pero tal vez sus cortas investigaciones en Madrid llegaran más allá, especula ahora Lethbridge.

Casi al mismo tiempo que Muller llegó al Instituto de Bethune, el británico Reginald Saxton también llamó a la puerta del número 36 de Príncipe de Vergara. El Gobierno le había encargado crear un nuevo hospital de campaña para atender al creciente número de heridos en los combates del río Jarama. En los primeros cinco días recibieron más de 700 heridos, lo que hacía esencial tener un buen banco de sangre, relata el estudio de Lethbridge. Saxton encontró en Bethune una especie de “hada madrina” que le enseñó cómo organizar la extracción de sangre a civiles y dirigir su propio banco de sangre. Saxton visitó el Instituto varias veces y Bethune le llevó material necesario a su hospital de campaña.

Saxton realiza una transfusión en el hospital de campaña cerca de Bisbal de Falset (Cataluña) en julio de 1938.

Saxton realiza una transfusión en el hospital de campaña cerca de Bisbal de Falset (Cataluña) en julio de 1938. / Bates Winifred/Imperial War Museum

De Saxton es una de las pocas descripciones médicas de primera mano que existen del Instituto Hispano-Canadiense de Tranfusión. Se publicó en The Lancet y en ella Saxton exigía al Gobierno de la República que permitiese las transfusiones de muertos a vivos. “La única forma de salvar estas vidas depende del uso de la sangre de cadáveres almacenada descrita por S. S. Yudin. En mi opinión, es obligación de Sanidad Militar de la República Española organizar un abastecimiento de sangre de cadáver a gran escala”, escribió Saxton en 1937. El Gobierno de la República nunca le hizo caso.

Lo último que se sabe del asunto es lo sucedido aquel 14 de enero de 1938. Lo escribió Neugass, el poeta sanitario de la Brigada Abraham Lincoln, en su diario. Aquella mañana, al ver el sombrío panorama en el patio del hospital, le insinuó a Saxton si iba a usar la sangre de los oficiales muertos para una transfusión.

“Bueno, primero tengo que determinar de qué tipo es y probarla… pero ¿por qué no? Tengo que darme prisa”, contestó el médico.

Neugass continúa la entrada de ese día con unas frases teñidas de fervor político que, 70 años después, sólo provocan tristeza: “Ahora entiendo por qué debemos ganar. Los hombres mueren pero la sangre sigue luchando en otras venas”.

Los cerebros malditos del nazismo.

Un estudio recorre las vidas de médicos y neurólogos que experimentaron con personas asesinadas por el régimen nazi y que justificaron su programa de “eutanasia” y el Holocausto.

Berthold Ostertag posa junto al cadáver de un niño asesinado durante el programa de eutanasia nazi / Museo del Holocausto de EE.UU.

“Les dije, escuchadme muchachos, si realmente vais a matar a toda esa gente, sacadle al menos el cerebro para que puedan ser útiles. Ellos me preguntaron, ‘¿cuántos podría analizar?’ Yo les dije, ‘un número ilimitado, cuantos más, mejor”.

Estas palabras las pronunció el neurólogo alemán Julius Hallervorden. Aquel hombre fue uno de los médicos que más aprovecharon las políticas nazis de “eutanasia” para llevar a cabo sus experimentos neurológicos. Él mismo extrajo 697 cerebros de los cadáveres de pacientes de epilepsia, esquizofrenia y otras enfermedades neurológicas que el régimen de Adolf Hitler englobó bajo términos como “idiotas” o “comedores inútiles” y que fueron asesinados. Sus cerebros eran enviados a laboratorios de toda Alemania donde científicos como Hallervorden los estudiaban a sabiendas de que provenían de gente asesinada. En 1945, el programa de “eutanasia”, justificado años antes como una medida para ahorrar dinero público y camas para los soldados del frente, había acabado con la vida de 275.000 personas. Sigue leyendo