La claves de Bergoglio: de la A a la Z

Francisco I, el vestuario papal y su carnet de 'hincha' de fútbol.| Afp/Efe/Reuters

Francisco I, el vestuario papal y su carnet de ‘hincha’ de fútbol.| Afp/Efe/Reuters

Rubén Amón (Enviado especial) | Roma

A de argentino. El diario ‘Clarín’ se recreaba casi más en la nacionalidad de Bergoglio que en el rango pontificio: «El Papa es argentino», reflejaba ayer la edición on line.

B de Bergoglio. Un apellido italiano que identifica los orígenes italianos. Más concretamente de la región piamontesa. Su padre, inmigrante, se llamaba Mario y jugaba al baloncesto.

C de cuervo. No porque el nuevo Papa fuera una de las aves carroñeras que revolotean en el escándalo Vatileaks sino porque así, cuervos, se llaman a los hinchas del San Lorenzo, equipo argentino de primera división con el que simpatiza Bergoglio.

D de Dolan. En su histriónica comparecencia ante la prensa después del cónclave, el arzobispo de Nueva York y papable reconocía que no había cruzado una palabra con Bergoglio hasta que lo encontró en la Capilla Sixtina para las votaciones.

E de estola. No se la puso el nuevo Papa cuando apareció en el balcón de San Pedro. Del mismo modo, renunció al sobrehábito de terciopelo y a la cruz dorada. Prefirió una versión más sobria de plata.

F de Francesco. Es el alias de Bergoglio y la expresión del desafío. Nadie había osado a utilizarlo, por el ejercicio de humildad que implica emular al santo más popular del planeta. Incluso entre los agnósticos.

G de Gänswein. El secretario personal de Ratzinger se ha convertido en su sombra. No para espiarlo, sino porque desempeña la jefatura de la Casa Pontificia, entre cuyas atribuciones destaca la organización de la agenda y la planificación de los viajes.

H de Habemus… papam. Fue la fórmula «mágica» que invocó el protodiácono Tauran para anunciar al mundo la proclamación de Georgius Marius Bergoglio.

I de Italia. No hicieron la competencia al purpurado argentino los 28 aspirantes tricolores, aunque la Conferencia Episcopal Italiana felicitó a Scola pensando que había ganado.

J de Jerusalén. Podría ser el primer viaje al extranjero del nuevo Papa o uno de los más determinantes. La relación entre católicos y judíos le preocupa tanto que remitió un mensaje a la principal autoridad hebrea de Italia confortándolo con el diálogo.

K de Kirchner. La bestia negra de Bergoglio. Y al revés, aunque la presidente Cristina no tendrá otro remedio que asistir el martes a la ceremonia de entronización. Y de frustración para ella.

L de limusina. Renunció a ella el Papa Francisco para desplazarse a la basílica de Santa María la Mayor. Prefirió un vehículo convencional. Y eludió la mítica matrícula CV-1, que identifica al «primer ciudadano» de la Ciudad del Vaticano.

M de música. Naturalmente, la prensa italiana relaciona a Bergoglio con su afición al tango, aunque su melomanía también comprende la propensión al jazz y la afición a la ópera. Acostumbraba a visitar el Teatro Colón, como recuerda un perfil publicado en ‘Le Monde’.

N de normalidad. El Papa Francisco aspira a ser un sacerdote de blanco, a renunciar al boato, a significarse con la palabra y la obra.

O de Opus Dei. No, no ha gustado en la prelatura la noticia de la «victoria» de Bergoglio. Observan con inquietud que haya salido a la luz el poder oculto de la Compañía de Jesús. El papa negro es ahora el papa blanco.

P de pensión. La pensión romana que ocupaba Bergoglio se ha convertido este jueves en la más famosa de Roma. Sobre todo cuando el Papa acudió por la mañana para pagar la cuenta y recoger sus cosas. Allí se había instalado antes de recogerse en la casa de Santa Marta.

Q de quién. Dicho de otra manera, cuál será el secretario de Estado del Vaticano, el número dos. No faltarán presiones para que la Curia pretenda colocar a un italiano.

R de Ratzinger. Se espera una visita inminente de Bergoglio a «sus» aposentos de Castel Gandolfo, ocupados transitoriamente por el Papa emérito. Tendrán que aprender a cohabitar, aunque resulta que uno es la contrafigura perfecta del otro.

S de seguridad. Inquieta, en efecto, a la seguridad vaticana que Bergoglio pretenda moverse a sus anchas por el Vaticano y Roma. Ayer dio un buen ejemplo que puede multiplicarse porque Francisco no quiere distanciarse de los feligreses ni de los fariseos.

T de Tarcisio Bertone. Ni el poderoso secretario de Estado ni su antecesor en el mismo puesto, Angelo Sodano, han logrado que los cardenales se decantaran por un candidato afín a la Curia. Ni siquiera el brasileño Scherer, favorito de muchas quinielas.

U de unión. El diálogo con los cristianos se antoja una prioridad de su gobierno. Más aún cuando Ratzinger, con su dimisión, ha «debilitado» la figura del primado en beneficio de la expectativa ecuménica. La autoridad de que se reviste la autoridad única de la Iglesia católica nunca ha complacido ni a los ortodoxos ni a los protestantes.

V de Videla. Es el espantoso apellido que los detractores de Bergoglio utilizan para relacionarlo con un papel de omertà durante la dictadura militar argentina.

X de XXI. Bergoglio es la apuesta del siglo XXI para la Iglesia. Le aguarda purgar la Curia y garantizar la transparencia financiera tanto como le concierne una titánica campaña de evangelización.

Y de yo, de ego. Bergoglio, en este sentido, no parece demasiado argentino, porque lo primero que hizo fue inclinarse ante los fieles.

Z de zapato. ¿Se pondrá Bergoglio los zapatos rojos de terciopelo? Quizá lo haga por lo que significan -entregar la propia sangre- y no tanto por el tejido.

Deja un comentario