Resulta tragicómico observar que colegas parapsicólogos de la más variopinta extracción, generalmente de posiciones encontradas en cuanto a su apreciación sobre aspectos si se quiere generales de estas disciplinas, parecen reaccionar comúnmente cuando, en cualquier conferencia o reunión de interesados, alguien del público hace la pregunta «maldita»: ¿Existe el «daño»?
Y al hablar de daño, uno no puede dejar de pensar en los innumerables sinónimos con que se le conoce: hechizo, maleficio, brujería, «payé», «gualicho», trabajo, atadura, mal… Todos términos populares que podríamos reducir en el de «ataque psíquico», definible como la posibilidad que, consciente (ya sea a través de un «ritual» o técnica específica) o inconscientemente y movilizando energías psíquicas, se ocasione perturbaciones de cualquier índole (físicas, psíquicas, espirituales, emocionales, sociales, afectivas, económicas) a un individuo o grupo de individuos. Sigue leyendo