Miguel Mañara creció en un ambiente muy religioso,perteneció a la orden de Calatrava el cual le logró el hábito,su padre.Con trece años era heredero del importante patrimonio paterno. Con veintiún años, contrajo matrimonio por poderes,con Doña Jerónima María Antonia Carrillo de Mendoza y Castrillo, a quien se dedicó por entero, en total felicidad, murió su mujer, sin haber tenido hijos,entró en un período de desolación y hondo ostracismo. Nada le consolaba y, a pesar de su posición y su riqueza, era un hombre sobre el que se cernía una abrumadora soledad.
– La tercera es algo dantesca y a la vez pavorosa (ya que para Dios no hay nada imposible…): En una de sus juergas noctámbulas, Mañara vió pasar un cortejo fúnebre y preguntó a uno de los que iban en el cortejo,que quién era el finado,a lo que el interrogado respondió con voz sepulcral,que se trataba de Don Miguel de Mañara,éste airado y creyendo que era una broma de mal gusto,pidió ver al cadáver,contemplando horrorizado,su propio cuerpo muerto en un ataud,el cual fué paseado por las calles,y él mismo pudo presenciar su propio entierro.
Esto le hizo reflexionar sobre sus desmanes,ya que era una alegoría,de como él,llevando la vida que llevaba,iba a terminar,sin pena ni gloria y sin complacencia Divina,por lo que abrió los ojos del alma,la cual según lo que vio,se hallaba muerta para Dios y arrepintiéndose de sus pecados,se entregó por completo a Dios y a los más humildes,fundando el Hospital de la Caridad para asistir en un principio,a los que sólo tuvieran una grave enfermedad y hambre.
– La última es bastante parecida a la anterior,pero con más matices,según ésta,(más verosímil ), D. miguel, recorría una noche las calles de su barrio ( Sta Cruz ) ,en compañía de su paje, cuando llegaron a la antigua iglesia de Santa Cruz, allí oyeron unos cantos funerarios como si en el templo se estuviera celebrando algún entierro se acercaron a la puerta y comprobaron que no había nadie, algo temerosos llegaron a la calle del ataúd, ( La calle Ataúd desapareció en 1833 ), allí Mañara sintió un golpe muy fuerte que lo derribó al suelo. No había nadie en la calle pero oyeron una voz que decía: “traigan el ataúd que ya está muerto”. Creyeron que eran algo sobrenatural y llenos de pavor volvieron sobre sus pasos. Esta alucinación, de la que existen varios testimonios salvo la vida a Mañara ya que evitó que fuera a la casa en la que estaba citado en cuestiones amorosas ( se piensa…) y en donde esperaban para matarlo.
Los inicios del Hospicio fueron humildes, como su persona, y con el propósito de salvar de las crudas noches en la calle a tantos pobres que vagaban por Sevilla, arrendó una dependencia de las antiguas atarazanas reales y en ella dispuso un hogar donde calentarse,atender y dar comida a los menesterosos que él mismo recogía de las calles,por las cuales paseaba para este fin.
Se dedicó tanto a los pobres que puso su fortuna y sus recursos a disposición de la obra.Las obras emprendidas exigían tanta dedicación ,que D.Miguel renunció a los cargos públicos que ocupaba,para dedicarse por entero a la Hermandad de la Santa Caridad y decidió solicitar permiso a la Hermandad para pasar a residir en la misma, en unas dependencias sencillas y de una rotunda austeridad, por las que cambió su anterior vivienda palaciega.También sufragaba gran cantidad de los gastos generados en el Hospicio aportando de su propia fortuna. Contemplamos al caballero que ante la necesidad de los más pobres no duda en recurrir a su patrimonio personal, en un gesto de auténtica raíz evangélica.
La Santa Caridad progresa y acomete tareas de caridad para con los enfermos e indefensos, aparte de enterrar a los pobres desamparados fallecidos: trasladar a los hospitales a los pobres enfermos en sillas de mano (dedicó a ello dos sillas y cuatro hombres, quienes trabajaban sin cesar), acogía a los desheredados de la fortuna,sustentaba a los menesterosos en las riadas ocasionadas por el Guadalquivir; daba limosnas a los conventos pobres, hospitales, niños expósitos y presos de la cárcel; dádivas de ropas y dineros a los más necesitados, etc.
El funcionamiento del Hospicio era muy preciso para la atención a los pobres enfermos, lo cual derivó en la conversión en Hospital,ya que muchos indigentes enfermos eran rechazados en los hospitales por ser incurables, contagiosos o por otras causas, lo cual hizo que Mañara hiciera la gran obra de amor, de curar a los enfermos en la propia Hermandad de la Santa Caridad. Se inauguró la primera enfermería del Hospital en junio de 1674, contando con veinticuatro camas, que fueron ampliadas a cincuenta. Una segunda enfermería fue inaugurada en septiembre de 1677, y aún tuvo el fundador el firme propósito de continuar con esta obra, pues en el momento de su fallecimiento se labraba la tercera.
En el seno de la corporación estableció unas reglas,en las cuales,impuso la igualdad entre los hermanos,sin discriminación de rangos sociales, el servicio incondicional a los más necesitados, la humildad en el comportamiento, la perseverancia en la vida de piedad, la discreción y la elevación al más alto grado de la caridad y el amor con que debían realizarse todas las labores en la Hermandad y fuera de ella.
Yo, don Miguel Mañara, ceniza y polvo, pecador desdichado, pues lo más de mis logrados días ofendí a la Majestad Altísima de Dios, mi Padre, cuya criatura y esclavo vil me confieso. Servía a Babilonia y al demonio, su príncipe, con mil abominaciones, soberbias, adulterios, juramentos, escándalos y latrocinios; cuyos pecados y maldades no tienen número y sólo la gran sabiduría de Dios puede numerarlos, y su infinita paciencia sufrirlos, y su infinita misericordia perdonarlos.
Y yo que escribo esto (con dolor de mi corazón y lágrimas en mis ojos confieso), más de treinta años dejé el Monte Santo de Jesucristo y serví loco y ciego a Babilonia y su vicios. Bebí el sucio cáliz de sus deleites e ingrato a mi Señor a su enemiga, no hartándome de beber en los sucios charcos de sus abominaciones.
Se dice que D. Miguel plantó unas rosas en ocho macetas ,las cuales aún no se han secado,por eso les llaman «Las rosas eternas «.
Cada rosal representa un pecado de amor. El secreto de la eternidad de las flores es simple: son regadas por las lágrimas de ocho ángeles, mientras susurran: “Dios te perdona”. Desde 1920, las macetas están en el patio que está tras la sacristía, bajo un busto de Mañara.