En el caso del retablo de «Las Ánimas de San Pedro», la tradición popular manda que quien encuentra el pajarito y deja una limosna se casa en poco tiempo. En en 2008 se colocó bajo él y sobre el limosnero otro azulejo que explicaba esta leyenda. Son típicas las escenas de curiosos parados frente al retablo de San Pedro intentando hallar el huidizo pajarito.
El jilguero es la firma del autor, Juan Oliver Míguez, desde muy joven ingresa en la fábrica de Ramos Rejano, lugar donde llevó a cabo su labor profesional y artística, siendo sus maestros Enrique Orce Mármol y Manuel Vigil-Escalera y Díaz. Muchas de las obras pictóricas sobre azulejos realizadas por Oliver Míguez se encuentran en su Castilleja de la Cuesta natal, aunque existen algunas otras repartidas por otras localidades de la Provincia de Sevilla, como San Juan de Aznalfarache.
En Sevilla capital también existen algunos ejemplos de su pintura cerámica, siendo uno de sus trabajos más conocidos el del retablo de Ánimas que se encuentra situado en el lateral de la iglesia de San Pedro, junto a su puerta de acceso, bendecido el día 1 de agosto de 1960. Y objeto de la leyenda del pajarito, aunque las aves se siguen repartiendo por otros retablos cerámicos de la ciudad. Hay otro en la capilla sacramental de San Benito.
Para intranquilidad de solteros y solteras de Sevilla, hace escasos días el pajarito voló de su retablo. Una pegatina tapó justo el azulejo en el que se halla el jilguero levantando la curiosidad de los vecinos de la zona y enardeciendo las redes sociales. Afortunadamente para quienes todavía no han encontrado el amor, el caso se resolvió en horas sin que de momento se conozca la autoría de la broma, que ha sentado mal en el seno de la Hermandad Sacramental de San Pedro, propietaria del retablo.
La hermandad basa su crispación en la importancia que tienen las limosnas de quienes encuentran al pajarito para una corporación de presupuesto económico corto y que tiene en el retablo una fuente de ingresos.
Por: Pepe Barahona / ABC