Por Jose Manuel García Bautista
En el Valle de Qumrán, con sus famosas cuevas y grutas, cerca del Mar Muerto, en Palestina, en el año 1947 un chico que cuidaba un rebaño de cabras, llamado Mohammed el-Hamed, al que llamaban “el lobo” se entretiene tirando piedras al interior de una de esas cuevas.
En uno de aquellos “lanzamientos” de piedra suena un ruido como si se hubiera roto un jarrón… El chico regresa al día siguiente y descubre en el interior de la misma un buen número de ánforas, en mejor o peor estado, en cuyo interior figuraban antiguos textos, o fragmentos, escrito en una lengua que no comprendía.
Aquellos rollos hallados fueron examinados por un experto del Departamento de Antigüedades de Palestina que le dio poco valor.
Unos meses después el Monasterio Ortodoxo Siriaco de San Marcos (Jerusalén) y la Universidad Hebraica, adquieren cinco y tres rollos respectivamente. Entonces, durante su estudio, comprendieron que estaban ante fragmentos que narraban partes de la vida de Jesús de Nazaret y que tenían un gran valor.
En 1948 se hace pública la noticia del hallazgo de estos manuscritos, poco después se declara la guerra árabe-israelí y todo su estudio se postergar. Posteriormente hay toda una ardua tarea de investigación sobre estos rollos del Qumrán.
Se exploraron otras grutas y se descubrieron nuevos rollos, se llegó a la conclusión que formaban todas una gran biblioteca oculta en el desierto de Palestina.
En el periodo de 8 años que comprende desde 1948 a 1956 se descubrieron más de 15.000 fragmentos o trozos de estos manuscritos en once cuevas. En los años finales de 1967 se cambia en control de Qumrán, pasando de ser dominio jordano a ser dominio israelí.
Hasta la década de los 90 sólo se había podido descifrar un 20% de su contenido, o tal vez más y se ocultó el resto de informaciones…
Los análisis a los textos de Qumrán demuestran, por C-14, que son de entre el siglo III a.C. y el I d.C. y se dividen en: copias de la Biblia –libros del Antiguo Testamento-; textos apócrifos y versiones del Antiguo Testamento; y la tercera que son textos de los usos y costumbres de la época y algunos de carácter profético.
¿Quiénes pudieron ser sus autores?
Es el historiador romano Plinio quién habla de la tribu de los esenios que tenía por hábitat aquella misma zona del desierto de Palestina. En el año 66 d.C. se rebelaron contra el Imperio Romano y debieron esconder los rollos en aquel inhóspito lugar temiendo por que pudieran ser destruidos.
Según las hipótesis que se barajan en torno a estos rollos y manuscritos, también llamados como “Manuscritos del Mar Muerto” los esenios realizaban ritos y sacramentos tal y como Jesús de Nazaret los hubiera realizado en su tiempo hallándose buena parte de sus pensamientos en las bases ideológicas de los esenios.
En los textos se habla del apocalipsis refiriéndose, quizás, a la colonización romana; se habla de odio a los políticos y a Herodes o a la clase sacerdotal que representaban escribas y fariseos. De esa lucha nacería Israel.
Pero… ¿están relacionados estos rollos con la figura de Jesucristo?
La respuesta a esta pregunta es que pudo haber una relación entre los autores de estos manuscritos y aquellos primeros cristianos.
La siguiente pregunta que surge es: ¿podría haber sido Jesucristo un esenio? Aún está sin responder y tiene difícil respuesta, tal vez por qué el reino de Jesús de Nazaret no era de este mundo…
La esencia misma del Misterio 