Los Reyes Católicos, con sus dudas, se involucraron en el arriesgado proyecto de Cristóbal Colón, tal vez porque no tenían nada que perder y sí mucho que ganar.
Ordenaron que se facilitara al navegante todo lo necesario así como privilegios y beneficios a los marineros sevillanos.
Desde Sevilla Colón se desplazó a la localidad de Palos de Moguer en Huelva donde junto con Martín Alonso Pinzón iba a partir en las naves “La Pinta”, “La Niña” y la “Santa María” camino de aguas inexploradas…
A su regreso a Sevilla la ciudad lo recibió como a un héroe, Colón quedó muy impresionado y alagado en el recibimiento.
Desde Sevilla partió a Barcelona y al cabo de los dos meses regresó a Sevilla para armar nuevos buques y organizar un nuevo viaje con más de mil marineros de tripulación de las embarcaciones que tomarían partido.
Incluso se contabilizaron ciento cincuenta polizones, todos muy jóvenes.
En el segundo viaje partieron también numerosos frailes como fray Pedro Boil o el licenciado Bartolomé de las Casas, igualmente iba en aquel viaje Alonso de Ojeda.