Por Jose Manuel García Bautista
Y las huellas del pasado nos llevan a tierras que el hombre ni siquiera había pisado…, por el momento…
Fue en al año 1872 cuando aquellos investigadores no podían creer lo que estaban hallando. Se encontraban en Río de Janeiro (Brasil) y estaban desenterrando una loza que parecía tener inscritos una rara grafía… Tras consultar a diferentes expertos no hubo dudas: ¡eran caracteres fenicios! ¿Pero como era posible que una loza fenicia fuera encontraba en un excavación arqueológica en pleno Brasil? ¿Acaso los fenicios, grandes navegantes y comerciantes, llegaron a sudamérica antes que Cristobal Colón?
Se le conocería como la “Piedra de Paraíba”, ya que se halló en una plantación de esta localidad, y fue notificado su hallazgo un 11 de Septiembre de aquel mismo año al vizconde de Sapuacahy, que era el presidente del Instituto Histórico de Río de Janeiro. Se hizo una copia de aquel texto por encargo del emperador Pedro II y Ladislav Netto, se llamn al francés Ernest Renan, autor de la “Vie de fisus”, especialista en la civilización fenicia. Inicialmente, y tras traducción errónea, Renan declara que la inscripción es una falsificación.
Lo extraño era que ciertos aspectos de la escritura eran teóricamente desconocidos en la época de su descubrimiento… Pero tras reanalizar el texto y la antigüedad de la piedra se dio por auténtica, momento en el que ésta desapareció.
En 1967,el presbítero norteamericano Cyrus Gordon, que era director del Departamento de Estudios Mediterráneos de la Universidad de Brandéis, afirma que, tras un moderno estudio a la luz de las más recientes informaciones y textos sobre los fenicios, la inscripción de Paraiba no puede ser una falsificación.
El texto encontrado y grabado en la piedra decía: “Somos cananeos sidonianos de la ciudad del rey mercante. Fuimos arrojados a esta isla lejana, una tierra de montañas. Hemos sacrificado a un joven a los dioses y a las diosas celestes, en el décimo noveno año de nuestro poderoso rey Hiram y nos hemos embarcado en Esyón Guéber, en el mar Rojo. Hemos viajado con diez barcos y hemos rodeado Africa por mar durante dos años. Luego fuimos separados por la mano de Baal, y ya no estamos junto a nuestros compañeros. Así llegamos aquí, doce hombres y tres mujeres, a la «isla de hierro». ¿Soy yo, el almirante, un hombre que huiría? ¡No. Los dioses y las diosas bien podrían favorecemos!”. Así Cyrus Gordon explica como el rey mencionado era Hiram III (552-532 a.C.), y la inscripción sería del año 531 a.C. Hiram III habría partido del Mar Rojo rodeando África por el Este. La «isla de hierro» es Brasil, donde este metal es abundante habiendo mediado una tormenta, provocada por el dios Baal, para desviar a los navegantes fenicios.
Y una pregunta surge nuevamente mientras escribo este libro…¿Quién descubrió América?
A América llegaron otros antes que Cristobal Colón y que desarrollaron mapas muy detallados para llegara estas tierras, mapas que luego caerían en manos de estos marinos que recibirían la gloria del Descubrimiento…pero eso es ya otra Historia.
A América en la antigüedad se cree que llegaron los propios fenicios, los egipcios a juzgar por los vestigios hallados en el Cañón de el Colorado, los chinos mediante en almirante Zeng He o Chen Ho, los romanos perdidos más allá de Finisterre (el Final de la Tierra) según la cabeza de estatua romana desenterrada de una pirámide mexicana o las monedas romanas mezcladas con algunas monedas árabes encontrado frente a la costa de Venezuela, los hebreos según las inscripciones cerca de Bat Creek en el Kentucky, los vikingos de Erick el Rojo con sus drakkars en Terranova alejando de nuestra mente el mapa de Vinland… y luego llegó Colón con sus mapas…
Si algo tenía ya seguro es que Colón no llegó primero a América, ni tan siquiera segundo, y que el hombre de la antigüedad tenía conocimientos y mapas que se escapan a nuestra comprensión. Ese conocimiento perdido es al que tuvo acceso el Almirante, era vital encontrar aquel rastro. Era la claves de esta aventura.