Los libros de la muerte

Por Jose Manuel García Bautista

No hace demasiado tiempo escribía un artículo sobre libros envenenados, sobre uno en cuestión, el llamado “Libro de la Muerte” que causó cierta conmoción e incredulidad, tal vez por parecerse tanto a la historia de “El nombre de la Rosa” pero no por ello menos real.

Ahora, para potenciar aún más este “misterio” surge una interesante información por la cual se indica que han sido encontrados tres libros envenenados en la University Southern de Dinamarca. Por suerte no ha habido que lamentar víctimas pero si se ha podido determinar que están impregnados de una sustancia tóxica.

Se trata de obras de los siglos XVI y XVII siendo el arsénico el veneno hallado en sus pastas. Los investigadores del fondo bibliográfico indicaron:

“Las cualidades venenosas de estos libros se detectaron mediante la realización de una serie de análisis de fluorescencia de rayos X (micro-XRF). Esta tecnología muestra el espectro químico de un material al analizar la radiación “secundaria” característica que se emite desde el material durante un bombardeo de rayos X de alta energía”.


Jakob Powl Holck y el profesor asociado de física, química y farmacia Kaare Lund Rasmussen, los dos máximos responsables de la investigación, añadían: “La tecnología Micro-XRF es ampliamente utilizada en los campos de la arqueología y el arte, cuando se investigan los elementos químicos de la cerámica y las pinturas”.

Se realizó una batería de análisis de fluorescencia de rayos X, la coloración verdosa indicaba algo nocivo: “Encontramos que los textos en latín de las tapas de estos tres volúmenes eran difíciles de leer debido a una amplia capa de pintura verde que oscurece las viejas letras manuscritas”.

Todo aquel que estuviera en contacto prolongado con la misma sufriría “diversos síntomas de intoxicación, el desarrollo de cáncer e incluso la muerte”, el arsénico y su grado tóxico no varía con el tiempo.

Las obras son de autoría diversa que firmaban como Polydorus Vergilius, Johannes Dubravius y Georg Maior, el recubrimiento de arsénico tenía como misión acabar con insectos bibliófagos que dañan las páginas de los libros.

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