Por Jose Manuel García Bautista
Contrariamente a lo que se pueda pensar son muchos los jefes de Estado, presidentes, que han estado asesorados por personal que tenían cualidades que les hacían especiales e, incluso, poder saber el futuro. Con tal facultad no era de extrañar que se deseara contar con ellas y que hayan pasado a la Historia -muchas veces olvidada- como las “videntes del presidente”.
Una de las más conocidas que visitaba la Casa Blanca era la astróloga Joan Quigley, su protector iba a ser quién ocupó tan insigne edificio entre los años 1980 y 1988 que no fue otro que Ronald Reagan. Las decisiones más importantes se tomaban consultando siempre a esta señora cuya opinión era tenida muy en cuenta.
El propio jefe de gabinete de Reagan dijo públicamente que “Prácticamente todos los grandes movimientos y decisiones que los Reagan tomaron durante mi época como jefe de la Casa Blanca (1985-1987) se acordaron de antemano con una mujer de San Francisco, que elaboró los horóscopos para asegurarse de que los planetas estaban en una alineación favorable”, siendo admitido, a regañadientes, por Nancy Reagan y que motivo un libro de Quigley titulado “Mis siete años como astróloga de la Casa Blanca con Nancy y Ronald Reagan”.
La vidente afirmaba que, incluso, había subido y viajado a bordo del Air Force One (el avión presidencial) y que se tomaban decisiones de discursos y otros eventos en función de sus predicciones.
Famoso fue el caso de Jean Dixon, la “vidente de JFK”, de John Fitzgerald Kennedy, o también llamada como “la vidente del Capitolio”, tal es la popularidad que alcanzó. En 1969 publicó un libro titulado “Mi vida y mis profecías” donde ella misma narraba sus visiones, además lo hizo al estilo de Nostradamus: en forma de versos.
Una de las más famosas predicciones de nuestra protagonista fue la muerte del presidente John Kennedy con una exactitud pasmosa, tras la experiencia que padeció once años antes de que dicho acontecimiento ocurriese, concretamente en 1952.
Los hechos también ocurrieron en el mismo lugar donde frecuentaba para realizar sus oraciones, San Mateo. En este caso, mientras oraba ante la estatua de la Virgen, aparecieron como escritos en medio de la nada unos números: 1-9-6-0. Estos se situaron encima de una nube oscura que no gustó en absoluto a Jeanne. Posteriormente se dibujó el rostro de un joven de ojos azules situado frente a una puerta. Posteriormente, tradujo todo esto como el posible asesinato de un hombre que llegaría al gobierno de los Estados Unidos que pertenecía al partido demócrata y sería asesinado en el transcurso de su mandato.
La relación con los asesinatos de la familia Kennedy no quedaría ahí. En una ocasión y durante una conferencia en la que participaba como ponente celebrada en el famoso hotel Ambassador situado en la bella ciudad norteamericana de Los Ángeles, al final de dicha ponencia permitió que el público asistente le realizara una serie de preguntas.
Todo parecía transcurrir con normalidad hasta que una señora le realizó una importante pregunta. Se cuestionaba si Robert Kennedy llegaría en alguna ocasión a ser presidente de los Estados Unidos. En ese instante, otra experiencia visionaria le ocurriría a Jeanne, de forma súbita y rápida. En la misma veía como un telón de gruesa tela negra caía ante ella, ocultando a los presentes de su vista.
De forma rápida y mientras interpretaba dicho mensaje respondía de forma contundente: “Nunca será elegido presidente de nuestro país ya que ocurrirá un acontecimiento lamentable en torno a su persona aquí, en este mismo hotel donde nos encontramos”. Efectivamente, apenas una semana después Robert era “cosido a balazos” en un hotel, el Ambassador.
No es el único caso pues el que fuera presidente de la República de Francia François Mitterrand, entre 1981 y 1995, tuvo a una astróloga a su servicio, se trataba de Elizabeth Teisser, que tras la muerte del ex presidente habló de sus muchas visitas al Elíseo y que fueron grabadas convenientemente.
Se le consultaba de todo, desde las fechas idóneas para debates hasta la intervención militar en 1991 en el marco del conflicto del Golfo Pérsico o el referéndum del Tratado de Maastricht con todo el peso político que ello conlleva.