Dentro de las muchas alternativas que se tratan de buscar a diario a la medicina convencional tenemos muchas opciones, desde la medicina natural, la homeopatía, la acupuntura, la aromaterapia, la músicoterapia y otras muchas. Pero hay una que destaca particularmente sobre las otras, se trata de la cromoterapia o, lo que es lo mismo, una especie de cura, de remedio, de sanación, recurriendo a los colores.
El concepto sería que el ser humano vibra en función de los colores que le rodea, es una especie de estimulación para la salud allá donde hay colores que tienen una mayor repercusión que otros sobre el cuerpo humano y las dolencias que le afectan.
Esta técnica de la cromoterapia se inició en el año 1877 cuando dos ingleses, Downs y Blunt, hicieron un hallazgo inusual: la luz ultravioleta podía ser positiva para las personas que padecían diferentes afecciones en la piel y dolencias que precisaban de la luz o el raquitismo.
Apenas un año después el profesor Babbit escribía una interesante obra que llevaba por título “Los principios de la luz y el color y su utilización terapéutica”, el libro fue un auténtico hallazgo para aquellas personas que pensaban que realmente los diferentes colores podían tener una incidencia directa sobre el bienestar y la salud.
En función de lo anterior se piensa, o los partidarios de esta opción piensan que cada color tiene su propia frecuencia y que cada chakra del cuerpo tiene su propio color. Evidentemente entrarían en liza diferentes conceptos pues los siete chakras serían según la tradición más enraizada del hinduismo y algunas culturas asiáticas.
No obstante la cromoterapia, lejos de lo que se pudiera pensar, no es una “medicina” nueva sino que ya hace más de tres milenios los antiguos sacerdotes y médicos de la época se basaban en los colores para poner remedios a ciertas enfermedades, desde la cultura egipcia a la griega o la siempre sugerente cultura china donde se decía que de los colores se extraía la fuerza vital que la salud necesitaba para su correcto equilibrio.
Todo en la cultura asiática se orienta a la percepción de los colores –en este campo concreto-, desde en las expresiones artísticas donde predominan cierto colores en paredes, puertas y ventanas hasta la indumentaria, lo atuendos, la ropa, todo en sintonía con sus profundas creencias y simbolismo biológico según esa particular forma de percibir todo aquello que nos afecta y en cómo puede ser solucionado.
Hay colores que tienen una mayor incidencia en el ser humano que otros, dependiendo a que sean más sensibles los mismo, como les afecte la vibración del color. Así los colores serían una especie de referencia vital que es alimentado por el sol, una luz pura que se divide en colores y que tendrían un efecto terapéutico sobre el ser humano. Vibración de colores que estarían en sintonía con nuestro campo energético armonizando a este de forma sorprendente.
Según modernos estudios los colores hacen que nuestro cerebro actúe de diferentes formas, esto hace que los mensajes sean distintos y que tengan un efecto y reacción que dependerá del color predominante.
Los efectos de los colores son diferentes pero destacamos:
Rojo: Está vinculado al conocimiento esotérico, a la vida, la líbido. Es calor y dinamismo teniendo un efecto sobre la gripe, la anorexia, la anemia, la mala circulación, la tensión baja o los resfriados. El rojo alivia estado de ánimo negativo y depresivos y da impulso para encarar los problemas.
Naranja: Alivia todo lo que está relacionado con el aparato respiratorio y todo aquello que afecta a los riñones, es buen color para facilitar las digestiones, favorece el pensamiento e intimida. En algunas culturas orientales está vinculado al amor.
Amarillo: En China es el color de la Sabiduría y estaba restringido a su uso exclusivo por parte del emperador. Es un color que tiene una fuerte incidencia para mejorar las dolencias intestinales, el páncreas o el hígado, va bien para la piel, el sistema nervioso, el reumatismo y las articulaciones. Facilita el trabajo y la voluntad.
Verde: Es la esperanza, la longevidad, la vida. Es bueno para la tensión, el corazón, los tumores, las úlceras y los traumatismos. Da equilibrio y determinación.
Azul: Se relaciona con todo lo espiritual, se recomienda para dolencias como la laringitis, la afonía, amigdalitis, paperas y todo lo que tiene que ver con la garganta. Da calma, facilita la imaginación y da tranquilidad y sosiego. SI es demasiado claro o fuerte puede originar ansiedad.
Violeta: Es el equilibrio, el temple. En el Antiguo Egipto estaba muy relacionado con los sacerdotes y los faraones (la estirpe real egipcia). Este color actuaría cuando duele la cabeza, se tienen jaquecas y relaja los nervios. Es muy eficaz contra la depresión, la neurosis, obsesiones y la falta de sueño, aporta energía tras el fallecimiento de un familiar o ser querido y ayuda a pasar ese momento de luto.
Indigo: Se relaciona con todo lo inconsciente, con los pensamientos, es un color que ayuda a desintoxicar el cuerpo de sustancias adictivas como las drogas, el alcohol o el tabaco. Es recomendado –dentro de la cromoterapia- para todo lo que sean afecciones oculares o de los sentidos, va bien para temas visuales, auditivos u olfativos. Da calma contra deseos placenteros desmedidos, ayuda a equilibrar a la persona, calma el insomnio y aplaca los nervios.
Serían los efectos de los colores y la cromoterapia en las personas, otra cosa diferente sería probar científicamente su efectividad.