Fitoterapia y ‘Flores de Bach’

Por Jose Manuel García Bautista

La Medicina convencional es, hoy por hoy, el “vehículo” más conocido para recobrar la salud perdida o tratar de poner remedio a los males que aquejan al ser humano a lo largo de su existencia.

Pero no es la única vía para tratar de recobrar esa salud perdida, también hay otros remedios y otro tipo de medicinas que, según aquellos que la suelen utilizar, tiene resultados que nada tendrían que envidiar a la medicina convencional.

Quizás la más conocida sea la Medicina Natural o aquella que recurre a las plantas para, conociendo su correcto empleo, sanar a las personas, es la llamada Fitoterapia.

Es conocido el saber que tenían los druidas sobre la Naturaleza y las plantas con las que elaboraban remedios naturales y terapias que eran efectivas y lograban restablecer la salud al enfermo.

Quizás no se ha cambiado demasiado con la moderna farmacopea pues esta potencia los efectos de determinadas sustancias sobre el cuerpo humano, muchas de ellas son encontradas en la naturaleza, en las plantas.

Así la Fitoterapia es un instrumento que permite devolver la salud a un paciente en la medida de las posibilidades y la enfermedad que presente.

Recurrir a raíces, hojas, flores, era fruto, en la más remota antigüedad era producto la observación. En culturas primitivas, donde no existía la figura de un médico y sus conocimientos, así que se debían de tener muy presente el mundo natural para aplicar técnicas o remedios, en modo de bálsamo o ungüento, que pusiera fin a un mal.

Así se fue reconociendo a plantas que tenían cierto poder medicinal y con ellas se hacían infusiones o bebedizos que restablecía al enfermo.

No fue un camino fácil pues no en pocas ocasiones se tildó a ese conocimiento de herético y brujeril, perseguido por la Inquisición o gobernante.

Pero cierto es que hubo afamados estudiosos, como Paracelso, que escribió sobre las propiedades de las plantas y fruto de ello sobre su convencimiento que la Naturaleza pone al alcance de la persona los remedios necesarios para casi todos los casos.

Así la nuez se asemeja a un cerebro y debe ser buena para este; el beleño tiene una particular forma, como si fuera una muela así que debía servir para las afecciones dentales; la pulmonaria no debía servir para otra cosa que no fuera sanar enfermedades que tenían que ver con los pulmones y bronquios; el cuello de tortuga servía para las erupciones de la piel o la manzanilla para calmar los nervios.

Con el Descubrimiento de América llegaron a España una gran cantidad de plantas, con diferentes propiedades, las cuales fueron, poco a poco aclimatándose a las latitudes hispanas.

Destacó en esta tarea botánica Nicolás Monardes. Un ejemplo de todas estas nuevas plantas y su empleo lo encontramos en la enfermedad que aquejó la condesa de Chinchón, que era la esposa del Virrey de Perú en 1628.

La mujer cogió la malaria y se salvó de una muerte segura gracias a la increíble propiedad que tenía un árbol de la zona, el árbol de la quina, de la quina surgió la quinina que se mostró como un acertado remedio contra este mal, desde entonces, en honor a la condesa, se le llamó “La Chichona”, siendo el botánico Carlos Linneo, en el siglo XVIII, quien bautizó a este árbol.

En el mismo orden encontramos a las llamadas “Flores de Bach”, una terapia entre la medicina y el pensamiento que fueron descubiertas –como uso- por Edward Bach, médico británico del siglo XIX que practicaría, posteriormente, con la homeoterapia.

Bach identificó hasta 38 plantas que tenía un efecto sobre la psicología del paciente. Así el ser humano crea un sistema de pensamiento negativo, un estado anímico en el que se sume y que alteran el equilibrio entre el alma y su campo cósmico de energía. Una vez se ha producido esta fractura aparecen las enfermedades siendo importante restablecer el equilibrio.

A través del empleo de estas plantas lograba equilibrar el cuerpo y desarrolló una serie de métodos que lograba la sanación de la persona, eran esencias que precisaban de maceración solar o ebullición.

Así llegó al convencimiento que había descubierto un nuevo sistema de sanación usando los principios activos, ese era su secreto. Bach dejaba en agua la planta que impregnaba con su capacidad de sanación el agua, al consumirlo el paciente lograba sanar.

No se puede considerar como un medicamento como los de la farmacopea ya que su ámbito de actuación es el plano emocional teniendo un efecto placebo sobre el lado físico de la persona.

Entre los años 1930 y 1936 se produjo el avance más importante en este campo cuando, se descubrió el llamado remedio “de urgencia” fruto de la mezcla de cinco principios florales diferentes, así el equilibrio emocional se conseguía y la desaparición del mal con ella.

El objetivo de Bach era un sistema de sanar que no fuera agresivo que fuera natural y sencillo, accesible a todas las personas. Por desgracia Edward Bach no pudo concluir su trabajo ya que murió en noviembre de 1933 mientras dormía.

Hoy las investigaciones en el terreno de las “Flores de Bach” han evolucionado y se tiene el convencimiento, por aquellos que lo usan, de estar en un momento en el que puede dar un paso importante para lograr el restablecimiento de la persona.

La Medicina convencional no parece estar conforme con este tipo de fórmulas para la salud allá donde es recomendable que una persona jamás abandone un tratamiento impuesto por un médico.

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