Un sorprendente caso de curanderismo

Por Jose Manuel García Bautista

La videncia, cartomancia, y la precognición son parte de las supuestas dotes de determinadas personas para estar más cerca de otras realidades y otros conocimientos recibidos en estados variables de conciencia en los que les son revelados datos, informaciones e imágenes de utilidad personal para persona por la que se intermedia.

Pero son pocos los que realizan esta labor de forma altruista manteniendo una altura ética adecuada a sus artes.

De esta forma nos encontramos ante un conocido vidente sevillano al que acudió nuestro protagonista en agosto de 1988. Juan Rodríguez era un trabajador de una conocida marca de alimentación sevillana.

Tenía una hija enferma desde hace meses y había acudido a los mejores médicos y especialistas. Nadie daba con el problema de Juan y de su hija, agotado y desesperado probó suerte en el campo de los sanadores. Fueron muchos los que le engañaron y estafaron, fueron muchos los que se aprovecharon de su desesperación…, del mal que aquejaba a su hija.

Cuando casi había perdido la fe le recomendaron visitar a un vecino de la localidad sevillana de Cantillana, a unos 40 kilómetros de la capital.

El sanador tras hablar con nuestro exhausto protagonista le comentó: “Beben habitualmente de algo que no sea el suministro de agua corriente, del grifo” y nuestro protagonista en esta ocasión respondió que solo su hija lo hacía “de un botijo que mantenía el agua fresca”, sobre todo del rigor del verano andaluz.

El vidente le respondió: “Vacíelo y dentro hallará la causa del mal que aqueja a su hija”. Así el descorazonado padre vacío el contenido del botijo nada más llegar a su casa, dentro vio a una salamandra en descomposición…

Esa era la causa de los males de su hija, tal como indicó el sanador con exactitud apabullante. Impresionado comprobó, en los días sucesivos, como su hija recobraba la salud hasta sanar convirtiéndose hoy en día en una bellísima joven. El vidente no cobró nada ni aceptó nada.

Creímos que esta historia no era más que una leyenda urbana hasta que conocimos a Juan Pérez, padre de una compañera de trabajo de José Manuel García Bautista, amante de todo lo extraño y paranormal, artista e investigador de lo insólito, quién me ratificó con exactitud lo sucedido.

¿Habilidad, suerte, casualidad, análisis de situación ante un cuadro médico, verdadera videncia o dotes sanadoras? En este caso me quedo con lo último pero esto sólo es una raya en el agua.

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