ECM: Experiencias cercanas a la muerte

Por Jose Manuel García Bautista

En muchas culturas se habla de vivencias que han tenido personas consideradas, o dadas, por muertas.

El regreso de los ‘fallecidos’ al mundo de los vivos contando visiones impresionantes allá donde reinan los difuntos, donde todo es paz y donde se reencontraron con seres hacia años desaparecidos.

Es la muerte un momento temido, la desesperanza al no saber que hay más allá una vez que se cruza su umbral, el temor de entrar en una especie de sueño eterno donde no se regresa para tener la sensación de estar vivo.

Miedos a un estado en el que son muchos los que entran y pocos los que ‘regresan’ para contarlo.

Este mismo tema ha dado origen a leyendas y mitos de héroes y reyes que viajaron a la muerte, al Hades, para regresar de ella y narrar como era ese otro mundo donde triunfaron.

Más modernamente el regreso de la muerte clínica trae testimonios que vuelcan su mensaje de esperanza sobre aquellos que albergan la duda, esperanza de una vida tras la vida, de una vida más allá de los oscuros confines de la muerte.

Dentro de esos mitos relatados anteriormente se encuentra el viaje de Hércules, Heracles, al reino de los muertos; o el viaje del respetado profeta Mahoma a un destino celestial desde donde regresa con un relato de un mundo paradisiaco, relato que aún está muy presente en la religión musulmana.

Dentro de los misterios eleusinos de la Antigua Grecia encontramos ritos donde se preparaba a la persona para su viaje al más allá, a la muerte.

Pero son otros muchos los que, en la leyenda o la Historia más heterodoxa, nos hablan de ese mismo destino más allá de la vida, el profeta Zaratustra, el apóstol san Pablo, el creador de maniqueísmo Mani o Manes, el séptimo padre del Génesis Henoch…

Todos ellos regresaron a la Tierra con una impresionante vivencia celestial más allá de los límites de la imaginación.

Igualmente en el cristianismo existe la creencia de la supervivencia a la muerte en el reino de Dios, tal y como dijo en su mensaje divino Jesús de Nazaret.

Más en el terreno de la literatura, en la ‘Odisea’ de Homero, se habla del descenso del héroe Ulises al Hades, en la misma sintonía narrativa.

Más en la ortodoxia tenemos a Marco Polo o Juan Ponce de León cuando entraron en mundos fabulosos donde todo era posible, si bien esa búsqueda era diferente, más material que espiritual.

Hoy día podemos y estamos al alcance de muchas experiencias cercanas a la muerte, de muchas personas en todo el mundo, internet y las nuevas tecnologías lo hacen posible.

Informes oficiales médicos que hablan del retorno de personas clínicamente muertas que abundan en descripciones no ya de exóticos mundos sino de vivencias con otros conocidos difuntos que han marcado su vida…

Quizás el más destacado investigador y autor sobre esta materia sea el doctor Raymond Moody que a través de su best-seller ‘Vida después de la muerte’ y ‘Vida después de la vida’ lograra llevar este intrigante fenómeno a todo el mundo y a los interesados en ello en particular.

Un hombre permaneció muerto 15 minutos aplastado por un camión, relataba: “Mi corazón dejó de latir, el vació tomó la forma de un túnel y ante mí pude ver una luz resplandeciente; es la luz de todas las luces o, dicho de manera sencilla, la esencia de Dios”.

San Salvius en el siglo VI narraba: “Cuando morí, hace cuatro años, dos ángeles me elevaron y condujeron a lo más alto de los cielos, con lo que pensé que bajo mis pues tenía no sólo ésta triste Tierra, sino también el Sol y la Luna, las nubes y las estrellas.

Después me llevaron hasta una puerta que brillaba más que la luz del Sol, y entré en una casa en la que el suelo brillaba, como brillan el oso o la plata. Había una claridad indescriptible, cuyo alcance no se puede describir”.

Entre ambas narraciones de estas dos singulares experiencias cercanas a la muerte median catorce siglos pero las coincidencias nos dicen que ambos debieron estar en el mismo sitio, en el mismo lugar.

Todo el mundo, todos los seres humanos son susceptibles de tener una experiencia cercana a la muerte, desde los niños hasta los más ancianos, más allá de edad, posición social, credo, sexo…

Todas las personas pueden sufrirlo y vivir un viaje que comienza con la extraña sensación de salir del cuerpo, ver como éste se eleva sobre el cuerpo físico y se ve todo lo que hay alrededor.

Incluso percibir acústicamente sonidos y conversaciones, seguir la ascensión y ver un resplandor al que se llega tras cruzar un túnel, un túnel de luz, en ese momento toda la vida de la persona pasa ante sus ojos como si de una película se tratara, momentos buenos y malos, alegres y tristes, para olvidar o para recordar…

Se llega a un lugar donde hay voces conocidas, familiares, un lugar donde la víctima se encuentra cómoda, a gusto, y se entra en contacto con seres fallecidos al que nos unió la amistad en vida o la familia, también con seres iluminados.

Se hace en ese momento una valoración de la vida, de cómo ha sido, de los merecimientos y entonces hay algo que obliga a la persona a un regreso voluntario.

Un regreso forzado por situaciones que así lo requieren para entrar nuevamente teniendo consciencia y recuerdo de lo vivido, una experiencia que cambiará para siempre la vida de quien la sufre.

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