El cementerio de Guayaquil es un cofre de mitos y leyendas urbanas.

El rápido caminar de un guitarrista por el interior del Cementerio de Guayaquil es frenado por un sobresalto causado por un gato que salió de detrás de uno de los mausoleos.
Son pasadas las 17:30 y el camposanto está próximo a cerrar. Quizás ese sea el motivo de su apuro. De pronto, el hombre, que luce un saco azul y lleva una guitarra en su mano, se detiene algo asombrado. Sobre el sepulcro del empresario José D. Feraud Guzmán, cinco gatos maúllan. Entonces acelera de nuevo el paso y desaparece en medio de angostos pasadizos.
Para el músico y muchos visitantes del cementerio resulta curiosa la presencia masiva de gatos, especialmente en los alrededores del ingreso de la puerta 3. Sigue leyendo