Arsénico, barro y calor: así era la depilación íntima de las mujeres en el Renacimiento.

El Renacimiento en realidad podría llamarse “la edad de oro de la depilación”. Durante esa época, la práctica de la eliminación del vello púbico floreció como nunca antes se había visto. Los artistas del siglo XVI y XVII gustaban de retratar a las mujeres que no tenían vello púbico (o se antojaba escaso), como ocurría en la obra de Peter Paul Rubens, cuyos modelos tipifican el ideal de la belleza femenina de la época; sin duda la muestra más clara de esta práctica de eliminar el pelo de las partes íntimas, que incluso se explicaba en los libros.

Ya en el siglo XVI, la revolución tipográfica no sólo abunda en ejemplares más o menos herejes de la Biblia sino que también se reproducen entintados ejemplares para señoras con recetas con “fluidos para suavizar tu piel” o para “eliminar toda marca de pelo en tu cara o en…”,  sin dejar de “conservar tu aspecto de veinte o veinticinco años”. O “quita el pelo de CUALQUIER PARTE de tu cuerpo”. El Renacimiento propició no sólo todo tipo de avances y recuperaciones (o eliminaciones) intelectuales y artísticas en templos y estatuas sino también cosméticos en señoras y señoritas con tiempo libre y deseos de agradar.

LA FÓRMULA

Los afeites reproducidos por la Trotula de Salerno, una mezcla de Shere Hite y Victoria Secret del siglo XII (y considerada la primera ginecóloga de la historia), hacen furor (extrauterino) en la época. Allí (y ella) especifica la fórmula magistral para eliminar ese indeseado vello. Esto sale en un libro de secretos de belleza de 1532. El mejunje se llamabaRhusma y se llevaba utilizando desde hacía 3.000 años en la península de Anatolia. Señoras, no mezclen esto en casa:

Cómo quitar el pelo sobrante del cuerpo de una persona:

Hierva medio litro de arsénico con un octavo de barro. Vaya a un baño o sauna, caliente (sin llama) el área que vaya a depilar y aplique el unguento. Cuando note el calor en el cuerpo, lave inmediatamente con agua caliente para no no arrancar la piel.

En teoría el pelo se iría con este enjuague. No hace falta suponer que esto funcionaba porque disponemos de gran cantidad de documentación gráfica (como la que acompaña este sesudo artículo) que demuestra su éxito.

EL EJEMPLO ESPAÑOL

“La Lozana andaluza”, libro pícaro de Francisco Delicado publicado (en Venecia) en 1528 y conocido en nuestro país más que por su calidad literaria por su versión cinematográfica, emblema, escudo, alfa y omega del destape explica la cosa. Lozana (la prota) trabaja en Roma, donde ofrece, aparte de sus servicios, tratamientos de belleza en burdeles donde “se pueden ver más de diez prostitutas que se depilan las cejas y a otras que se depilan sus partes pudendas”  o cuenta cómo ” por equivocación quemamos todo el vello de sus partes a una señora de Bolonia, pero la pusimos mantequilla en el sitio y creyó que todavía lo tenía”

Ya, a nosotros tampoco nos parece muy creíble. Pero no estamos hablando de literatura. Después unas mujeres le piden más consejos a la Lozana para “afeitar el pelo femenino, que es lo que les gusta a los maridos”.

Estas mediterráneas costumbres como ven estaban tan extendidas en la época como la margarina en el monte de Venus de las señoras de Bolonia, ¿qué pasó luego, en las edades oscuras que van desde el siglo XV hasta 1979, con el tema (nunca mejor dicho)? Pues se lo contaremos en otro episodio.

Fuente: Did renaissance women remove their body hair? (Gill Burke).

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